Tomando un café, hace alrededor de
25 años, el camarero me regaló el bolígrafo con la publicidad de la cafetería
donde me encontraba: “Café Mom-vaz”. Sin embargo, no fue ahí cuando empezó
todo. Un día, como cualquier otra persona que indaga entre sus trastos,
encontré ese bolígrafo, el bolígrafo de la cafetería donde hace 25 años había
estado tomando un café. Ya veis, un simple objeto, que generalmente cuando se
acaba su tinta se deshecha; me llevó a lo que había pasado aquel día, recordando
perfectamente quién y cómo me lo había
regalado. Me hizo ilusión puesto que algo tan simple como un bolígrafo me
estaba haciendo recordar un pequeño momento de mi vida, aunque no tuviese
importancia. Desde ahí pensé en ir guardando todo ese tipo de objetos que, como
éste, me habían regalado.
Me gustaba y me gusta visitar
diferentes lugares de Asturias y sobre todo ir a las distintas ferias que se
celebraban en cada uno de ellos. Cuando salía de ellas, lo hacía cargado de
folletos, marca páginas, información, diferentes objetos y… bolígrafos. Llegaba
a casa con todas esas cosas que, parte las descartaba y parte las guardaba.
Cuando utilizaba cualquiera de las cosas, sobre todo los bolígrafos los cuales
me llamaban mucho la atención, siempre podía decir algo así como “esto me lo
regalaron en…” y volvía otra vez a pensar dónde y cómo había sido.
Y así empieza prácticamente la
historia. Los bolígrafos era generalmente el objeto que regalaban para
publicitarse la mayoría de las empresas. Mejor, claramente, que una simple
tarjetita. Cuando me quise dar cuenta había reunido unos cuantos bolígrafos
como para plantearme empezar una colección acerca de ellos. Es así como empiezo
a recorrer cualquier feria, sitio o lugar para conseguir alguno; donde me
empiezo a interesar por intercambiarlos con cualquier persona que posea uno, y
donde empiezo a pedirlos si se me diera la ocasión.
De repente, me doy cuenta que tengo
alrededor de 1000 bolígrafos. ¡Qué locura! Y entonces me planteo si hay alguien
más por ahí fuera que pueda coleccionar bolígrafos como yo. Es en ese momento,
cuando mi afición ya está consolidada, me gusta intercambiar cosas, como un
niño cuando intercambia cromos. Me meto en internet y pongo palabras clave
tales como “coleccionista de bolígrafos” “colección bolígrafos”. Empiezan a
aparecer diferentes personas que, como yo, han creado una colección. Desde este
momento, encuentro amigos/as con los que puedo compartir, aprender e
intercambiar lo que para todos/as nosotros/as es un pequeño tesoro.
Y prácticamente, así empieza todo…
¡pero no acaba! porque esto sigue siendo solo el principio… ¡nunca hay final
para un coleccionista!